Marta Rojo |
Valencia (EFE).- Con himnos como ‘Chiquilla’ o ‘Quiero tener tu presencia’, pero también tendiendo “puentes con Latinoamérica” o con la rumba, sin miedo a mezclar disciplinas y sin dejar de ser “contestatarios” y “punkis”, el grupo Seguridad Social ha cumplido ya 40 años de trayectoria, un camino que su líder, José Manuel Casañ, dice a EFE que los ha mantenido “en cambio continuo”.
Un concierto hoy en Valencia conmemorará las cuatro décadas de vida de la banda valenciana, que contará con “amigos” como Sole Giménez (exvocalista de Presuntos Implicados), el DJ y productor Chimo Bayo, Javier Ojeda (Danza Invisible), Toreros con Chanclas (el ex Toreros Muertos Pablo Carbonell con No me pises que llevo chanclas), Carlos Segarra (Los Rebeldes), Manuel España (La Guardia) y Miguel Costas (Siniestro Total).
Ese homenaje trasciende al grupo y recuerda a “una generación”, que pretende “felicitar el cumpleaños de todos, porque casi todos llevan ya 40 años haciendo música” en un “sitio clave” para la formación musical del cantante, que recuerda haber visto en ese enclave (los Jardines de Viveros) a muchos grupos que le marcaron.
El líder de Seguridad Social, José Manuel Casañ, durante la entrevista con EFE. EFE/ Manuel Bruque“Es una forma de mostrar que la gente de nuestra generación sigue vigente, sigue llenando conciertos y en plena forma, no solo con material antiguo sino haciendo discos nuevos”, reivindica en una entrevista con EFE.
Punk, bakalao y rock latino
La música, cree el líder de Seguridad Social, acompaña a los cambios sociales: lo hizo en los 80, cuando la escena cultural y musical se enriqueció “como cuando quitas un tapón” pero también en los 90, cuando el público “se quitó una venda” y se perdió “el miedo a la mezcla”, e incluso ahora, cuando hay “una moral diferente”.
“En las letras de las canciones hay un cambio tremendo, cosas que están muy prohibidas ya”, señala el cantante, que apunta a “mucha censura pero mucha concienciación de otras cosas”, ante lo que insta a “no dejar de ser contestatarios y meter el dedo en la llaga de vez en cuando porque, si no, nos hacemos gilipollas”.
Lo dice un artista que, cuando inició su banda, fue tildado de “punki” y que reivindica la necesidad de “ser políticamente incorrecto, sobre todo cuando tienes 18 años” porque si a esa edad “no eres contestatario, estás ya muerto”.
“El punk nos vino muy bien porque era el movimiento que decía: ‘hazlo tú mismo aunque no tengas mucha idea, métele mucha caña’ y eso fue una puerta abierta”, agradece.
Cuando Seguridad Social dejó de ser punki, estaba terminando “la segunda parte de la Ruta del bakalao”, un movimiento que su líder reivindica en la medida en que “al principio podías ir a Barraca y ponían a los Sex Pistols y a Iggy Pop y luego tecno” pero que, en su decadencia, hizo que la banda “se metiera en su reducto, como Astérix” y comenzara a trabajar en Madrid.
A partir de entonces, Casañ se dio cuenta de que “disfrutaba tanto de The Clash como de Peret” y el grupo viró del “rock duro” al “torrente” de “Chiquilla” (1991), compuesta en solo 15 minutos y a un “rock bastardo” mezclado con rumba y finalmente orientado al rock latino.
Tras cuatro décadas, no le da tanta importancia a la existencia de “joyas ocultas” en su discografía o a títulos olvidados, sino que asegura que “la mayor joya” es “el espíritu de cambio continuo, de no conformarse con lo que hay y no repetir”.
El líder de Seguridad Social, José Manuel Casañ, durante la entrevista con EFE. EFE/ Manuel BruqueCon ese “leitmotiv”, Seguridad Social se desenvolvió como una banda “suicidamente optimista”: “Siempre pensamos que con lo primero que hacíamos íbamos a tocar el cielo, pero no fue así, afortunadamente”.
Su fama iba subiendo “escaloncito a escaloncito” pero, reconoce Casañ, con la publicación de “Chiquilla” “cogió el ascensor”, lo que implicó que la banda pudo profesionalizarse y él mismo pudo dejar de trabajar en la panadería de sus padres.
De esos años recuerda la parte buena, de “sentirse queridos”, pero también las “terapias grupales de collejas en la furgoneta cuando alguien se venía arriba”.
Un aniversario sin descanso
Por aquel entonces, sin embargo, no podían haber imaginado un aniversario como el que preparan, entre los Viveros y el “lugar más bonito de València”, la Lonja (Patrimonio de la Humanidad), donde el 29 de abril Seguridad Social dará un concierto acústico acompañado por el dibujante valenciano (y amigo de Casañ) Paco Roca, que ilustrará cada canción mientras dura su interpretación.
El año de la gran celebración terminará con la publicación de un libro-disco con 40 relatos, microrrelatos y poemas escritos por Casañ, ilustrados por nombres como Paco Roca o MacDiego y duetos con otros “amigos” de la banda, esta vez latinoamericanos, para “volver a tender el puente” con el otro lado del océano que la pandemia obligó a abandonar.
Casañ sigue centrado en los escenarios incluso con la producción del musical “Chiquilla”, en el que “el guion es una concatenación de canciones” y que quedó “algo parado” con la pandemia pero planea retomar.
Pero ahora han llegado a lugares más inesperados, como a una habitación de la casa Ronald McDonald, en una iniciativa solidaria apoyada por el cantante, o a un cava rosado, de Bodegas Vegalfaro, de nombre ‘Chiquilla’, que la banda promete descorchar para celebrar sus primeras cuatro décadas.
Brindarán por el futuro, que Casañ ve esperanzador, porque planea “seguir haciendo cosas”, surfear “las nuevas olas que vengan” y sobre todo, se dirige a “los que no les gusta el reggaeton y todo eso”: “Que estén tranquilos, porque eso pasará”.
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